sábado, 28 de agosto de 2010

Rescátame.

Rescátame del abismo,
así, con luna entre tus dedos.

Agonizo,
mis pupilas se colapsan,
mis tímpanos revientan…
sangro.

Rescátame de este torbellino,
con el Sol en tus labios,
con tus besos; anestesia para el dolor de amor.

Rescátame, sálvame de este morir de amor,
de este oleaje de sangre que amenaza con matarme.

Recoge del suelo el cadáver de mi corazón,
el esqueleto de mi amor,
las cenizas de mi sangre.
Resucítame de mi muerte;
que no quiero morir.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Él y ella.

Ojos decaídos como dos gotas de agua a punto de sucumbir,
manos extendidas gritando algo inentendible,
boca seca, aliento de post-adolescente drogado,
nariz rota, sangrando,
la sangre escarlata brillando a la luz de la luna.

Su voz; recitando una canción que le salve la vida,
su alma perforada, quemada, dañanda, cercenada,
aviolentada.

Él cierra los ojos para no ver la sangre brillar,
aguanta la respiración para no oler la droga en su boca.

Ella tiene los ojos como perlas, brillantes, increíbles,
manos de terciopelo esperando caricias,
boca suculenta cayéndole miel de los labios,
nariz de caoba, dulcísima,
sangre divina, sangre que no sangra, sangre transparente,
sangre que él podría beber.

Él cierra los ojos para mirarla,
entre las sombras, entre la gente, entre las nubes.
Él cierra los ojos para morir.

No me sorprenderé.

Ojos radiantes;
el Sol
me derrite como chocolate,
manos como agua
me inunandan hasta el cuello.

Y al parecer perderé una vez más,
no me sorprende
ser el único que este allá y acá,
y ser el único que calla.

No me sorprenderé
hoy que tatúe tus suspiros en mis pulmones,
y haga mímica con tus palabras,
y ensaye nuestro primer beso.

No me dejaré sorprender
cuando hoy me tomes de la mano,
mientras caminamos en alguna calle perdida del centro,
fumando un cigarrillo,
hablándole al aire,
cantando canciones para no decir nada.

No, no me sorprenderé hoy.
Tal vez mañana sí, pero hoy no,
porque hoy tu te sorprenderás.

Leerás en mis párpados cuando cierre los ojos
las palabras que te quiero decir,
sentirás entre tus dedos mis dedos,
que, cuando camines sola,
en una calle perdida del centro,
fumando un cigarrillo;
extrañarás.

Me tendrás presente en tus dedos,
en tus ojos,
en tus labios,
en tu vientre,
en tu cabello,
en tu no saberme me tendrás presente.

Yo te tendré en mi soledad,
en mi inevitable desolación,
en mi tristeza infinita,
en mi melancolía imparable,
en mi saberme ignorado por ti;
te tendré.

Nos tendremos en nuestros pensamientos,
en el universo que se crea con cada recreación de tu figura en mi cerebro,
a la vez que tus miradas penetran en mis ojos,
esos ojos que quiero se hagan tus ojos.

Y mientras...
camino solo por alguna calle perdida del centro,
fumando un cigarrillo,
perforando a cada paso mi corazón,
destrozando mi alma,
cantando canciones a alguien que no va a mi lado,
mirando los ojos de alguien invisible.

Por ahora no me sorprendo,
sólo me siento a llorarle a aquello que grita;
mi corazón.

domingo, 15 de agosto de 2010

¡No te dejes cabrón!

¡Estoy harto de ver corrupción en todas partes, de que la extorsión sea tan cotidiana como la hora de la comida!
Harto de leer en el periódico historias de hermanos mexicanos que matan por estar en un país extraño, en una tierra que no los vio nacer, pero que a la vez -irónicamente- los mismos hermanos hacen más y más ricos a ese grupo de putos que no se ensucian sus ropitas, sus manitas con manicure recien hecho, y que todos sabemos que sin ellos -los mexicanos- , ese país inmundo, lleno de putos no sería lo que es, ese país se vendria abajo sin nosotros y todos los inmigrantes.
¡No nos dejemos por imbéciles que nos dicen que nos chinguemos, que "ni pedo así nacimos, así nos morimos"!
¡Podemos cambiar al país!
Y si tu también lo crees, no dejes que las noticias del canal de los estrellados y televisión masteca, hagan que tu pensamiento cambie, ¡Si podemos, si lo haremos, si cambiaremos el país, si mejoraremos la calidad de vida de nosotros los mexicanos!
¡Somos más nosotros los que estamos hartos de la misma situación, de la misma puta miseria en la que 50 millones de mexicanos viven, y otros tantos chingados!
¡Vamos raza de bronce!
¡Vamos mexicanos, démosle en la madre a los que por años nos han tratado -y logrado- de chingar!
¡Viva México cabrones!

lunes, 2 de agosto de 2010

"¿Qué vamos a hacer?"

Leí esto en el diario "El universal" y al igual que Ricardo Alemán, estoy en estado de shock por lo acontecido con los periodistas amenazados, asesinados, golpeados, insultados, intimidados y demás, y no es que sea la primera vez, sino que esta ocasión en verdad me asusta, me da coraje, mucho coraje:

"En poco más de tres décadas de diarismo, es la primera ocasión que el autor de este espacio emplea la primera persona del singular. La convicción y el consejo de viejos maestros enseñó que el último lugar en ser noticia son los medios y, por añadidura, los periodistas.
Y en efecto, algo grave, si no es que muy grave, está ocurriendo para que la integridad y la vida de los periodistas sea noticia, para que poderes fácticos como el crimen y el narcotráfico intenten someter a los medios, sea mediante la violencia, el dinero, el miedo o la amenaza de muerte a sus periodistas.
Me asustó, me alarmó, me indignó y me resulta intolerable —y por eso la primera del singular— la cobardía de los barones del crimen que se valen del fusil, de la privación de la libertad, del miedo y el terror para intentar callar al mensajero —a los periodistas—, y para intentar adueñarse por la fuerza del instrumento reproductor del mensaje, que son los medios.
Me asustó, alarmó, indigó y me resulta impensable el odio que decenas, centenares o miles de inquilinos de abajo —de éste y otros medios— muestran hacia los periodistas. Asusta, alarma e indignan los niveles de intolerancia, de ignorancia y estupidez que se lanzan contra los medios y los periodistas, por el hecho de pensar diferente, ser independiente, rechazar “lo políticamente correcto”. Asusta e indigna el tamaño de la ignorancia sobre el papel de los periodistas en la sociedad y sobre las reglas que regulan el periodismo.

Pero más que la cobardía de los barones del crimen y los rabiosos odios sociales hacia los periodistas, lo que más asusta, alarma, indigna y lo que resulta aun más intolerable es la apatía de los propios periodistas sobre la que puede ser la mayor crisis que vivimos desde los tiempos del partido único, las mordazas oficiales y la “prensa vendida”.

Asusta, alarma e indigna la mezquindad de muchos de los que ejercemos el periodismo como oficio, profesión o pasión —mezquindad exhibida hoy mismo en torno al secuestro de cuatro colegas—, y la incapacidad de extender la solidaridad más allá de una palmada en el hombro o una palabra de aliento; asustan —en palabras de Aguilar Camín, hace dos décadas—, “los egos robustos” que no vemos más allá que del “yoyismo” de cada quien y de cada día.

¿Qué vamos a hacer en esta ocasión? ¿Otra vez dejaremos que el olvido y el valemadrismo nos regrese al respectivo espacio de confort? ¿Otra vez hasta que gritemos de nuevo el consabido ¡basta!?... para comenzar de nuevo. De algún lugar tendrá que salir una propuesta. Ya es impostergable la organización periodística. ¿Y qué tal la Amedi, de Raúl Trejo Delarbre, como paso inicial? Es propuesta."

Espero en realidad que este problema se resuelva, confío en el poder de la palabra, en el poder del intelecto, creo que si se puede cambiar al mundo... tal vez sólo sea un idealista, pero ha habido personas que han querido y han caambiado muchas cosas muy importantes.
Buen día y gracias Ricardo Alemán por esta opinión -donde quiera que estés.