¿Cuál fue el mejor disco?
lunes, 29 de noviembre de 2010
domingo, 28 de noviembre de 2010
ttt
A veces pienso que nadie me ha amado realmente
ni tú, tú y mucho menos TÚ
¿por qué lo digo?
si tú me tratas tan bien, tú y yo tenemos casi todo en común y tú… simplemente eres TÚ.
tal vez sea porque tú no muestras tu corazón, a ti te rompí el corazón y tú me lo rompiste a mí.
tú dices que me amas, tú dijiste que me amabas y tú sigues diciéndolo.
tú lo demuestras diciendo, tú lo demostraste llorando y tú…
Tal vez te amo, te ame y te sigo amando.
pero no es probable que tú me ames, me amaste y me sigas amando.
/04:51 PM
Yadinet Amellali Lara Tinoco.
ni tú, tú y mucho menos TÚ
¿por qué lo digo?
si tú me tratas tan bien, tú y yo tenemos casi todo en común y tú… simplemente eres TÚ.
tal vez sea porque tú no muestras tu corazón, a ti te rompí el corazón y tú me lo rompiste a mí.
tú dices que me amas, tú dijiste que me amabas y tú sigues diciéndolo.
tú lo demuestras diciendo, tú lo demostraste llorando y tú…
Tal vez te amo, te ame y te sigo amando.
pero no es probable que tú me ames, me amaste y me sigas amando.
/04:51 PM
Yadinet Amellali Lara Tinoco.
Amargura.
Y si la intermitencia de la vida se convierte en amargura de existir,
y si uno ya sólo respira por necesidad, no por gusto.
Cuando la sangre se vuelve pesada, y tiñe cada aspecto de tu vida.
En el instante efímero, en el sueño.
En el sueño eterno de la inconstancia de tu alma.
En el sueño eterno de esta imitación de vida.
Vives tanto en el sueño, lo conoces tan bien
que eres uno con él.
Te dejaste absorber por la obscuridad.
Cuando la amargura es tu felicidad, el amor se vuelve bengalas verdes contra la felicidad.
Si tu amargura se vuelve tu felicidad, has convertido tu espíritu en neutro.
________________
Los amargados.
No somos tristes, somos amargados.
Y ni siquiera es que "seamos", porque no somos nada;
estamos amargados.
La tristeza no nos pega, no nos da.
Sabemos vivir con ella, hacerla nuestra,
y ya es vital para nosotros, total y completamente necesaria.
Nuestra soledad se alimenta de la tristeza.
Impregna nuestros órganos, drena nuestra sangre y se aposenta ahí.
Rompe nuestras pupilas para ver através de ella.
Secuestra nuestro corazón y destruye nuestra alma.
No encontramos, sólo buscamos, y solos buscamos.
En la inmensidad de este mundo queremos creer que encontraremos a alguien, a alguien, a alguien.
Queremos creerlo, aunque sabemos que es mentira.
Tenemos corazón, sí, pero es nuestro lado obscuro.
Con doble moral; la mala y la peor.
Y nuestros sueños son los más pesados del mundo.
Cuando dormimos parece que morimos.
Es una muerte dulce, una muerte necesaria.
Es la muerte de muertes.
La muerte perfecta, esa que ni Jesucristo conoce.
La muerte deseada por cualquiera, pero que sólo nosotros conocemos.
y si uno ya sólo respira por necesidad, no por gusto.
Cuando la sangre se vuelve pesada, y tiñe cada aspecto de tu vida.
En el instante efímero, en el sueño.
En el sueño eterno de la inconstancia de tu alma.
En el sueño eterno de esta imitación de vida.
Vives tanto en el sueño, lo conoces tan bien
que eres uno con él.
Te dejaste absorber por la obscuridad.
Cuando la amargura es tu felicidad, el amor se vuelve bengalas verdes contra la felicidad.
Si tu amargura se vuelve tu felicidad, has convertido tu espíritu en neutro.
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Los amargados.
No somos tristes, somos amargados.
Y ni siquiera es que "seamos", porque no somos nada;
estamos amargados.
La tristeza no nos pega, no nos da.
Sabemos vivir con ella, hacerla nuestra,
y ya es vital para nosotros, total y completamente necesaria.
Nuestra soledad se alimenta de la tristeza.
Impregna nuestros órganos, drena nuestra sangre y se aposenta ahí.
Rompe nuestras pupilas para ver através de ella.
Secuestra nuestro corazón y destruye nuestra alma.
No encontramos, sólo buscamos, y solos buscamos.
En la inmensidad de este mundo queremos creer que encontraremos a alguien, a alguien, a alguien.
Queremos creerlo, aunque sabemos que es mentira.
Tenemos corazón, sí, pero es nuestro lado obscuro.
Con doble moral; la mala y la peor.
Y nuestros sueños son los más pesados del mundo.
Cuando dormimos parece que morimos.
Es una muerte dulce, una muerte necesaria.
Es la muerte de muertes.
La muerte perfecta, esa que ni Jesucristo conoce.
La muerte deseada por cualquiera, pero que sólo nosotros conocemos.
jueves, 18 de noviembre de 2010
VII
Beso tu boca, proeza que jamás soñé, tus labios y mis labios se encuentran, intercambiamos almas, 21 gramos de nuestro ser. Toco tu cabello, entrelazo mis dedos con tu pelo, somos uno. Ya no hay hastío en tu mirada, ni rechazo. Tus manos en mi espalda trazando figuras inimaginables en mi piel. No tengo que acuciarte para hacerlo, es natural, es una acción mística, inolvidable, perfecta. Somos tú y yo, sin más. Inmolamos al mundo, al diablo, a todos para ser nosotros. Ahora nuestras manos forman mariposas que vuelan a través de mundos, tiempos y miradas. Todo me parece asequible, nada es imposible después de besarte, amarte y matarnos en esa nuestra muerte dulce, efímera. El beso acaba, devolvemos nuestras almas, somos 2, una ablación de labios ocurre. Y estoy solo, ahora no estás, solo, esperando morir dulcemente en tu labios nuevamente.
sábado, 6 de noviembre de 2010
¿Y el América?
Los mariachis de Garibaldi son situación anecdótica. Alguna vez Juan tuvo un choque ahí y, tremendo como es él, quiso masacrar a aquel conductor imprudente que había deshecho su taxi. Bajó vehemente como él sólo, con sus gafas imitación Ray-Ban, su playera negra de tirantes, aquel bigote característico suyo que invitaba a la lucha. Miró a su rival por el retrovisor, "pan comido"; pensó, "un esquelético, falto de músculos y cara de puto"; susurró. Apagó el auto, salió de él, cerró la puerta, y mientras caminaba hacia su rival, los mariachis de Garibaldi interpretaban esa vieja canción que le recordaba a su Bertha, su eterna Bertha, siempre ella. Así la furia escarlata de sus ojos cambiose por una sonrisa entremezclada con tristeza, y su sudor causado por la arritmia en su corazón al imaginarse los golpes que le propinaría a su contrincante, se tornó en humedad corporal por el nerviosismo de pensar en su Bertha. Al observar esto, los mariachos llevaron su música hacia el taxi del señor Juan, siguieron interpretando esa canción, cada vez con más emoción, con más sentimiento, con más belleza.
Total que su rival se percato de dicha función y decidió bajarse a acompañarlo, ajustó su playera, cerró su auto y se dio una última peinada mirándose en el espejo retrovisor. Acercose al Señor Juan, y con voz amable le invitó una cerveza, el Señor Juan -tan borracho como enamorado que era- la aceptó. Y así una golpiza segura, se convirtió en borrachera segura, con todo y mariachis de Garibaldi.
viernes, 5 de noviembre de 2010
Felicidad.
En latín fortunatus es la voz más cercana que se encuentra a lo que es la palabra felicidad, cuyo dignificado es "colmado de bienes o de fortuna". En su esencia, esta palabra en el idioma español, es de género femenino, es decir, se antepone a ella un artículo del mismo género; "la". Es curioso como se puede descifrar el significado y el sentido de una palabra dependiendo de su género. Si la felicidad es femenina, las mujeres nos la dan.
Una de las puestas en escena más obvias sobre este concepto es el entenderla como la ausencia de dolor, como lo opuesto, el no ser infeliz. Por obvio que parezca, en realidad no lo es. Nosotros los seres humanos en nuestra finitud, e ignorancia prolongada, no sabemos que es lo que nos causa felicidad, y que es lo que nos disgusta. Sólo sentimos. No pensamos. Esto es una estupidez. Quien se haga llamar ser humano debe pasar todos y cada uno de los acaeceres de la existencia por el raciocinio, la meditación y el juicio, sino es así estaremos destinados al fracaso de nuestra especie, a llevar una existencia llena de intenso dolor y miseria.
La felicidad se encuentra en el alma, en lo más recóndito de nuestro ser. Hay dos tipos de personas en este mundo, y así mismo hay dos tipos de felicidad en el mismo:
Quienes tienen la necesidad de estar siempre acompañados de alguien, aquellos que no pueden vivir solos, que nunca escuchan el correr de su sangre por las carótidas, quienes jamás hablan con sus pulmones. Esas personas sociales, necesitadas de alguien de su misma especie están igualemente divididas en 2 más. Seres humanos que su naturaleza les vocifera la necesidad de relacionarse siempre con otro, pero éste tiene que ser inferior a ellos, para que así su verdadero ser se presente, y aquellos cuya mejor compañía es la de alguien a la par o -en cierta medida- mejor que ellos (en cualquier área).
Para los primeros la felicidad consiste en diversas fuentes, primero en saberse acompañados, saber que están hablando a otro par de oídos y no a su soledad, a la pared, al agua o al campanario. Pero esto les produce una felicidad a medias, ya que necesitan a alguien a quien pisotear, por eso su séquito debe ser inferior, su verdadera alegría está en la esencia de saberse superiores a los demás -aunque esto no sea cierto. Esta clase de personas son la escoria de nuestra sociedad, son las manchas negras de nuestra raza humana, su egoísmo se prolonga a lo más profundo del alma e infecta a los otros.
Quienes necesitan la cercanía de otra alma de igual o mejor cualidad que la suya encuentra -al igual que los primeros- la felicidad inmediata -y justamente por eso efímera- en la mera compañía, banal, superflua, superficial. El complemente consiste en que su cerebro se sienta atraído por "una fuerza superior" o "de igual magnitud". La eterna pugna, el eterno desafío les causa placer, los excita, los hace felices. A los seres humanos -en concreto a esta clase- la convivencia con otros seres humanos de esta estirpe los llama a "superarse" en este mundo al que solamente fuimos arrojados, sin piedad y sin razón.
Los filantrópicos ya están cubiertos, como quiera que sea, su felicidada se basa en la compañía. Para su desgracia no siempre se puede convivir con la gente.
La misantropía por muchos años se consideró como una patología psicológica, así mismo se medicaba a la gente -lo cual era una tremenda estupidez.
El segundo, y último tipo de personas son aquellas solitarias, esos barcos a la deriva sin dios ni diablo, sin día ni noche, sin compañía, las personas solitarias son lo opuesto a las que prefieren convivir. Hay una subdivisión entre estas estrellas que tintinean al son y diapasón de una canción interpretada por algún músico que no ha nacido -y con suerte no lo hará-, en un tiempo que no ha llegado, con instrumentos aún no inventados, para un público inexistente:
Estan los que buscan la soledad, de alguna u otra manera la llaman; ahuyentando a los demás, aislándose a propósito, o simplemente no hablan. Esta soledad artificial tiene una doble implicación; por una parte el buscar algo ya les produce felicidad, si lo encuentran mejor aún, serán más alegres, pero en el momento en el que se den cuenta que la soledad no es lo suyo, pasarán de este tipo de felicidad al de la convivencia con personas de su misma estirpe o mejor. La búsqueda de la soledad los hace felices, pero tú no la encuentras, la soledad y el aislamiento te hallan.
Por último los faros que se alumbran a sí mismo, esas sombras imperceptibles para los ojos humanos, los aislados, los solitarios, aquellos que caminan por un sendero iluminado mirando su sombra, observando el mundo caerse a pedazos. Los que sí están solos. Ellos que no la buscaron, sino ella los encontró. Son felices por su misma misantropía, su felicidad consiste en saberse solos contra el mundo, contradiciendo todos los acaeceres de la vida, todo a su alrededor es gris, están solos, solos, solos. Y siempre lo estarán. Ellos son los más felices sobre la tierra, no necesitan a nadie, nunca necesitaron a nadie, ni lo necesitarán. Siempre condenados a cargar sus cadenas, condenados a inyectarse el dolor de su corazón en todo su cuerpo. Su felicidad es infinita. Y ni dios se las puede quitar.
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