martes, 14 de diciembre de 2010

La Luna y El Sol, o Amor Cósmico

La Luna y el Sol están enamorados. Es un amor del que nadie se ha percatado, nadie, y eso lo hace un amorío perfecto. Nadie sospecha de estos amantes secretos, nadie. Yo comencé a descubrirlos alguna vez que viajaba en metro, encontrándome en la estación Observatorio, ahí abordé el sistema de transporte colectivo, en el vagón una niña le cuestionó a su madre, Por qué en las noche se esconde el Sol, a lo que la mujer, con una sonrisa que parecía decir Bendita inocencia, respondió; El Sol se va a descansar, la Luna lo ayuda y cuida el planeta por las noches, aquella niña parecía más confundida que tranquila, tal vez se cuestuionó De qué o de quién tienen que cuidar el Sol y la Luna al planeta. Con los años se daría cuenta: cuidarlo de nosotros, los seres humanos.
Esa imagen de la mujer y su pequeña hija despertó mi curiosidad de gato, desee saber si efectivamente ambos eran guardianes del mundo. Así que encaminé algunas semanas a la observación detenida del Astro Rey y la Reina de la Noche. Cosas interesantes descubrí; el muy astuto del Sol, a sabiendas del escándalo estelar que causaría que los planetas se enterasen de su amorío con la Luna, ideó el plan perfecto: serían amantes y ¡en algunas ocasiones estarían al mismo tiempo en el firmamento! Su amante no se negó, sabía que era la única salida -o entrada- a su amorío. Su relación es de lo más duradera: llevan juntos miles de millones de años y, sí, a veces tienen sus discusiones y la Luna se desaparece del cielo, del Sol, eso a lo que los científicos y astrónomos llaman Luna Nueva, ellos qué saben, están ahí viendo por sus telescopios sin observar. ¿Luna Nueva? Se llama así porque ya no está en conflicto con su amante.
Las estrellas son sus hijos, una amalgama de ambos; el brillo propio de su padre y la blancura de su madre. Son muchas estrellas, lo sé, pero ¿qué esperaban luego de millones de años de sexo cósmico?
Ojalá que algún día los humanos aprendamos de este amor estelar, ambos saben amar, se toleran el uno al otro, La Luna tolera el carácter engreído del Sol, y él la falta de brillo propio de ella: se complementan. Y así es como deben ser las parejas: complementarias. El Sol y la Luna so amantes y yo lo descubrí.

-Con dedicatoria especial. Sé mi Luna, que yo seré tu Sol.

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